Es posible que Elton carezca de experiencia relacionada con la NASA,pero tenía su parte de razón. El planeta no solo es "tremendamente frío", sino que también está aislado y es sofocante y estéril.

Incluso la desolada visión del suelo de color óxido, los valles sin vida y las montañas peladas están envueltas en una niebla naranja permanente. Sin embargo, parece ser que el objetivo de la humanidad es acabar allí.
Si todo sale según lo planeado, con el tiempo (probablemente dentro de los próximos 50 años) habrá colonos viviendo en Marte.



En los próximos siglos, el ser humano también podría subirse a naves espaciales que funcionen con energía nuclear que se dirijan, tras varias generaciones, al planeta habitable más cercano.
Estos pioneros, a los que también podríamos llamar peregrinos, comenzarán sus nuevas vidas más allá de la Tierra. Para que estas civilizaciones humanas tengan éxito, estos viajeros espaciales lejanos necesitarán formar familias.
"Si queremos tener un futuro a largo plazo en el espacio, esto no lo conseguirá un puñado de astronautas, serán comunidades enteras", afirma Cameron Smith, antropólogo de la Universidad Estatal de Portland en Oregón. "Tendrá que ser así". Pero ¿puede funcionar esto en realidad?
Hijos extraterrestres
Además de estudiar la colonización humana de la Tierra en el pasado, Smith ha publicado una investigación acerca de cómo podrían evolucionar los seres humanos tanto física como culturalmente al marcharse de su planeta natal.
Antes de que nadie planifique las colonias marcianas o naves espaciales para varias generaciones, Smith considera esencial valorar seriamente la idea de tener hijos extraterrestres.
Incluso podría no ser posible concebir un hijo en el espacio, lo cual pondría el punto final a las colonias cósmicas inmediatamente.
El sexo en el espacio es indudablemente factible en términos mecánicos, pero lo que está menos claro es si dará lugar a la concepción.
Se ha demostrado que el vuelo espacial es malo para la salud humana, pero sus efectos en el aparato reproductor todavía no se comprenden del todo.
Los estudios limitados que se han llevado a cabo hasta ahora sugieren que es probable que la micro gravedad altere las hormonas corporales y la radiación cósmica podría causar daños en el embrión en desarrollo.
Actualmente, Japón está investigando un aspecto de este problema en la Estación Espacial Internacional (EEI) con el experimento que lleva el intrigante nombre de Cachorro Espacial (Space Pup). Esto implica llevar y mantener esperma congelado de ratón durante varios meses para estudiar los efectos del espacio en la fertilidad de los mamíferos.

No obstante, en la superficie de Marte o con gravedad artificial en una nave espacial, la ingravidez, al menos, no es probable que suponga un gran problema.
Así pues, asumiendo que pueda superarse cualquier barrera médica, entonces la cuestión es si es correcto traer a un niño al mundo en una colonia marciana o en una nave espacial en las profundidades del espacio.
"Los filósofos llaman a esto consentimiento del riesgo", explica Smith. "¿Es moralmente aceptable poner en peligro a otra persona sin su consentimiento, es decir, tener un hijo en esas condiciones?".
La respuesta de Smith es, en esencia: "Sí, lo es" y establece un paralelismo con los habitantes de la Polinesia que viajaron miles de kilómetros desde Papúa Nueva Guinea hace unos 3.000 años para colonizar docenas de islas en Oceanía.
"Parten hacia lo desconocido", dice Smith. "Sin duda, corrieron riesgos, pero querían proporcionar a sus hijos un nuevo lugar donde vivir".
Smith argumenta que trasladarse a una colonia marciana o viajar en una nave espacial hasta una segunda Tierra no es diferente: "Ya hemos puesto en peligro a nuestros hijos trayéndolos a un mundo inestable", señala.
"De hecho, en una nave espacial extraterrestre, bajo esas condiciones constrictivas, estaremos incluso más alerta que en la Tierra para asegurar que esos niños estén bien cuidados".
La primera generación de colonos nacidos en el espacio tendrá padres con fuertes vínculos con la Tierra. Es más intrigante examinar cómo se adaptarán los nietos de los colonos y los hijos de sus nietos a la vida en el nuevo entorno. El espacio, no la Tierra, será su hogar.
El viaje teóricamente más rápido a la estrella más cercana fuera de nuestro sistema solar, viajando a una velocidad cercana a la de la luz, durará más de 500 años. Imagínese cómo habrán cambiado los humanos de la Tierra en ese tiempo.
"Las personas que lleguen a un planeta dentro de varios siglos serán tan familiares y tan ajenas para nosotros como la gente de la época de Shakespeare", sugiere Smith.


"Sus acentos serán diferentes, sus conceptos del universo serán diferentes". Se refiere a ellos como personas de las estrellas, una variedad de humanos completamente nueva.
Medio siglo de reflexión
Quizás el mayor desafío para cualquier padre de las estrellas es asegurar que sus hijos tengan oportunidades de disfrutar de una vida buena e interesante.
Que no hayan nacido meramente para perpetuar la humanidad, sino para vivir en una sociedad equitativa con opciones para perseguir sus propios intereses.
Por ejemplo, para trabajar en algo que deseen en lugar de en un empleo asignado al nacer; para elegir con quién pasar su vida, o si tener hijos o no.
"Meter a 50.000 personas en una nave espacial es un caldo de cultivo magnífico para el desastre. Tenemos que asegurar que la vida sea tolerable", admite Smith.
"La evolución cultural y biológica no resiste grandes cambios en espacios cortos de tiempo, por lo que yo no inventaría nada que fuese drásticamente diferente de la experiencia humana hasta ahora".
Está convencido de que necesitamos reflexionar sobre estos asuntos ahora si queremos que las futuras colonias espaciales tengan éxito.
"Llevará mucho tiempo considerar estas cuestiones", dice. "Pensar en ello durante aproximadamente medio siglo es una buena escala de tiempo".
La organización Mars One, que quiere crear una colonia en Martehacia 2025, ya ha avisado a los solicitantes de que el planeta, al menos para los primeros colonos, no es el lugar ideal para criar a sus hijos.
Sin embargo, tal vez no sean capaces de impedir que los colonos se junten y conciban hijos, y en un futuro no muy lejano, podrían nacer las primeras personas de las estrellas, para quienes la Tierra no sería más que una mancha azul y blanca en el cielo nocturno.
Valorar estas cuestiones ahora, antes de que la humanidad se marche de la Tierra, asegurará que estas personas de las estrellas tengan una infancia feliz.

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