La astronomía es una de las ramas de la ciencia en que España tiene una mayor presencia relativa a escala mundial. Se cumplen ya 40 años de los acontecimientos que causaron que nuestro país pueda contarse hoy en día entre las naciones que más producen, innovan y tienen que decir en este campo: la implantación en nuestro país de los mayores observatorios astronómicos en suelo europeo, gracias a nuestros límpidos y claros cielos.





Los ingleses se fijaron en Canarias para construir el observatorio del Roque de los Muchachos, en la isla de la Palma, mientras que los alemanes escogieron la sierra de los Filabres y Baza, en Almería, para erigir el Centro Astronómico Hispano Alemán (CAHA), más conocido como Observatorio de Calar Alto. Desde entonces, partiendo de una simple cesión del suelo y las acometidas, España ha ido formando a sus investigadores e ingenieros para hacerse cargo de manera protagonista de ambos centros e incluso ser capaz de construir sus propios telescopios e instrumentos de vanguardia.
Así, desde el año 2005, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) es co-responsable en igualdad de condiciones con la sociedad Max Planck del observatorio de Calar Alto, el segundo en tamaño y primero en vanguardia de toda la Europa continental. Se da la circunstancia de que ha sido precisamente en estos años en que con los telescopios de Calar Alto (son cuatro con espejos de entre 1.23 y 3.5 m. de diámetro) se han obtenido los resultados científicos más impactantes: desde la observación de cometas colisionando con Júpiter y de gigantescas tormentas en Saturno, pasando por el descubrimiento de planetas en torno a otras estrellas, el cartografiado más completo hecho jamás de las galaxias de nuestro entorno (proyecto CALIFA) o la observación de miles de galaxias en las primeras fases del Universo (proyecto ALHAMBRA).


Además, Calar Alto es un foco de conocimiento, pues algunos de los más preparados investigadores e ingenieros trabajan allí y su funcionamiento sirve para difundir el estudio del Universo a estudiantes y curiosos. Lamentablemente, su futuro está en entredicho hoy en día por culpa del desinterés de Alemania y los recortes en España. Ambos países han decidido cerrar el observatorio en 2018 y, entre tanto, dejar que funcione bajo mínimos con constantes reducciones de presupuesto y despidos.
La comunidad astronómica española está aterrada por el riesgo en que se encuentran tantos años de duro esfuerzo y tantos proyectos que quedan en el alero. Resulta sonrojante percatarse de que las más que modestas cifras necesarias para su supervivencia puedan ser un obstáculo incluso en estos tiempos que corren.

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